Hay momentos en nuestras vidas que escapan a nuestro control. Una discusión con un amigo o pareja, un mal resultado en un examen o no alcanzar una meta, por nombrar solo algunos, son circunstancias o situaciones negativas que surgirán en algún momento de nuestras vidas. Podría ser una realidad para muchos de nosotros en este momento.
Hay dos cosas cruciales que he aprendido de mi pasado que han hecho que estas situaciones sean un poco menos frustrantes. La primera es comprender mi papel en la circunstancia particular. Es decir: "¿Cómo causé o afecté la situación?" y "¿Cómo elegí reaccionar?".
Estos conflictos y situaciones definen la experiencia humana, ya que pueden crear o romper lazos formidables que nos conectan con los demás. En mi experiencia, la resolución de conflictos ha sido la mayor forma de fortalecer (o debilitar) el carácter que he experimentado en mi vida. La capacidad de sobrellevar (o desmoronarse) en momentos difíciles es una experiencia de aprendizaje y una oportunidad para aprender y crecer.
Practicar la gratitud me ha ayudado a comprender y valorar las relaciones que tengo con los demás, en lugar de centrarme en sus rasgos negativos. A menudo nos dicen que no podemos cambiar a nadie, por mucho que lo intentemos. Es mejor aceptar a cada persona como es, con todos sus defectos. Y yo debería recibir el mismo trato. No soy, en absoluto, una persona perfecta disfrazada de gratitud , predicando la santurronería. Pero no busco la perfección, sino el progreso. Progreso hacia la creación de mejores conexiones con quienes me rodean, conexiones basadas en la verdad, no en la superficialidad.
Al vivir cada día en un estado de gratitud , podemos apreciar la belleza de todo lo que nos rodea y aceptarnos verdaderamente como somos. Las frustraciones son sentimientos que disminuyen con el tiempo. La gratitud es infinita.
Hoy, mientras atravieso las dificultades de la vida, elijo abrazar la intención de vivir en un estado de gratitud en lugar de centrarme en emociones fugaces e incontrolables.